Viernes Santo, no comas tanto

Se supone que las directivas de la Iglesia Católica para el Viernes Santo son las siguientes:

1-Ayuno.

2-Abstinencia.

Claro que, en un país tan comelón y gastronómico como el nuestro, la primera ha pasado a ser un simple "no coman carne" o "no coman cerdo" para los más gourmets. En cuanto a la segunda, bueno, pues queda en la conciencia de cada uno, aunque no faltará sacerdote que esté dispuesto a mirar bajo las sábanas conyugales para la respectiva comprobación.

Eran las 10 y 20 de la noche del Jueves Santo y tenía planeado salir de la casa de mis papás, tomar mi moto y dirigirme al cuartito donde temporalmente estoy viviendo. A medio camino pasaría por la pollería y me embutiría un cuarto con papas y harto ají para despedir al divino pollo hasta el sábado. Pero cometí un tremendo error. Me detuve un rato en casa de una amiga para dejarle los esmaltes que me había prestado y cuando toqué me abrió su enamorado, que tenía una ceja sangrando y lloraba. Miré hacia dentro y vi a Melisa recostada y furiosa, hablando groserías y amenazando con romper el cenicero que tenía en sus manos acariciando la cabeza de Rony, el susodicho galán. Él aprovechó mi presencia y se despidió raudamente sospechando quizá que de continuar allí terminaría en el hospital. Instinto de conservación, que le dicen. Yo me acerqué a Melissa y traté de calmarla. Miré la hora y eran las once. Todavía tenía tiempo. Me senté junto a ella para que descargara un rato sus penas. Se trataba de una infidelidad, unas llamadas al celular, un recibo de hospedaje encontrado en el pantalón, en fin, lo de siempre. Hace tiempo que me tienen podrida ese par de tórtolos con su manera cándida de llamar amor a lo que sienten uno al otro, cuando lo suyo es un caso clínico. Solo que esta vez vi sangre, y sospecho que las cosas se irán poniendo peor, así que mis consejos fueron por ese lado: déjalo, no te merece, no puedes seguir viviendo así, quiérete un poco, etc. Ella se calmó y me dijo que ésta era la última vez. Ella fingió una sonrisa de mujer nueva, y yo fingí que le creía. Me pidió que me quedara con ella esta noche y yo le dije que tenía cosas importantes que hacer (es decir ¿puede haber algo más importante que una buena cena?). Cuando salí vi que la llanta se había pinchado. Tuve que esperar un motocar que aceptara cargar con mi moto hasta un parchador cercano y abierto. El parchador era más lento que una tortuga chueca y cuando terminó mi reloj marcaba las 00.30 del nuevo día.

No soy tan creyente, de hecho, si me hiciera un verdadero examen de conciencia, me declararía agnóstica, pero hay cosas que por tradición suelo respetar, y no comer carne el Viernes Santo es una de ellas. No sé porqué lo respeto, supongo que es por mi madre, que es la que más piadosa de la familia, o debo ser en el fondo muy supersticiosa.

Así que, frente a la pollería, oliendo la deliciosa carne en el asador, me di media vuelta.

- Acepto quedarme esta noche- le dije a Melisa, a quien ya le picaban los dedos por llamar a Rony.

Y bueno, aquí estoy, en la compu de Melisa mientras ella ronca como una bendita en un rincón, revisando algunas algunas recetas para bajar de peso y enterándome de la biografía de Bob Dylan en wikipedia. De fondo, "I love you for sentimental reasons", de Nat King Cole. No puede haber mejor Viernes Santo que éste.

Moraleja: Si quieres hacer reir a Dios, cuéntale tus planes.

Imagen, de aquí.