lunes, 30 de noviembre de 2009

Abortar o no, mi decisión


Cuando tenía ochos años el restaurante preferido de papá era "El Huaralino". Almorzar los domingos allí era casi un rito familiar. En la entrada siempre nos recibía un niño de mi edad, sucio y con un trapo viejo colgado en el hombro, pero con una sonrisa que me hacía sentir una reina. Nos cuidaba la moto.

Acabado el almuerzo, papá le pedía al mozo que retire los platos, pero que las entradas (que no habían sido tocadas porque la sopa nos llenaba hasta reventar) las pusiera en una bolsa. Generalmente era palta rellena u ocopa. Al salir se la entregaba al niño, quien lo abría inmediatamente y con sus manitas empezaba a comer, sin dejar de lado su enorme y tierna sonrisa. "Dios se molesta si dejamos que se tire toda esa comida, hija" decía cuando me pillaba mirando extrañada su conducta.

En aquellos años creía que Dios era un ser enorme que vigila cada uno de mis pasos esperando el primer tropiezo para castigarme sin piedad. Temerosa de la ira de Dios, abracé el argumento de papá con todas mis fuerzas, tratando de no dejar ni una migaja en mi plato, porque en casa no me dejaban salir y hubiera sido imposible encontrar a un niño mendigo para que me ayude con las verduras.

Pero un día crecí y descubrí dos cosas: 1) Que Dios no existe; 2) Que si existe, debe estar bien ocupadito para fijarse en la humanidad. Para ambas cosas daba lo mismo portarse mal. Así que empecé a dejar de temerle. Dejé de ir a misa, de vez en cuando se me escapaba una que otra palabrota y descubrí el inmenso placer de las mentiras piadosas (como todos, no se hagan los santos).

Sin embargo, con toda lo crecidita que estoy, nunca dejé de repetir la conducta de papá cada vez iba a un restaurante, ya sea con una amiga o un galán ansioso, donde por lo general me sirven más platos de los que puedo acabar. Ya no era la ira de Dios la que me movía a realizar este pequeño e intrascendente acto de caridad, sino simplemente una decisión personal, algo que partía de mí y no de las advertencias de la Biblia.

Lo mismo ocurre con el aborto. Estoy a favor de la despenalización del aborto (sentimental o eugenésico al menos, por algo debemos empezar) no porque esté deseosa de tener sexo sin precauciones pensando que, total, si pasa algo se elimina y listo; sino porque quiero que se respete mi derecho a decidir.

¿Comprenden la diferencia?

Probablemente nunca me practique un aborto, soy muy cobarde para esas cosas, pero llegado el momento quiero que la decisión de tenerlo sea mía, y no del corrupto Estado o la lejana Iglesia. Es una cuestión de principios. Así como la religión desapareció de mi vida y sin embargo no me convertí en satanás, la despenalización del aborto no convertirá a las madres en asesinas de sus vástagos.


Les dejo con el video de una campaña iniciada en Trujillo por Aquiles Martín, cuya bitácora va definitivamente para mi blogroll (cuando lo tenga, claro).



Ah, los créditos de las imágenes, me olvidaba. Aquí y acá

2 comentarios:

  1. mmm para no mezclar papas con camotes, dejemos a Dios de costadito para otra ocasión y centrémonos en el aborto.

    Abortar simplemente es interrumpir un embarazo, y por ende deshechar el feto. Bueno. Podríamos detenernos a ver si el feto ya es o no una persona y si, por lo tanto, abortar constituye un asesinato. Pero no. No hay que detenernos porque ese tema también da para mucha charla.

    Mi punto, y esto es lo que vine a decir, es que el aborto es la salida fácil, la solución inmediata a un embarazo no deseado -no importa por qué es no deseado, no deseado al fin y al cabo y punto-.

    Entonces la raíz de los abortos son los embarazos no deseados. Entonces, ¿por qué las parejas conciben si no desean un bebe? Bueno... por purito placer pe, por eso tiras. Y bien, sí pe, por eso tiras, pero aguanta ¿acaso no se puede tener placer en pareja y no quedar necesariamente embarazada? Pues sí se puede, métodos hay -y no pocos-. Entonces, qué falla.

    Falla la misma mierda que siempre falla: la educación. Nos pasamos de pendejitos y por pendejitos la cagamos toda, muchas veces. Eso pasa. Despenalizar el aborto o regalar condones: el estado quiere hacernos creer que es la solución. ¡NO! Eso es cuento chino, el problema sigue siendo la educación. Y no hablo exclusivamente de educación sexual porque puedes saberte muy bien la teoría de la fecundación y los días fértiles y cómo ponerte el poncho y toda la zoncera, y no por eso no cagarla.

    Así que eso, niña, esto del aborto es la punta del iceberg; el problema es otro. Y nadie le da solución. Así que, con o sin aborto, cagaos seguimos.

    saluos!!
    (y sorry las groserías, no suelo ser así pero ya estuvo xD)

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  2. estas a favor del aborto? bueno q mas da? tu estas viva no? nadie te quito ese derecho :)

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