jueves, 18 de febrero de 2010

Conociéndote


Ah, que tales vacaciones. De veras me daba flojera entrar. Estuve en Trujillo visitando a unos parientes que al final no conocí, me bañé en Huanchaco y Huanchaquito, probé Shambar, vibré con el festival de la marinera, conocí a un chico que me gusta y ¡oh maravillosa coincidencia! yo también le gusto, en fin, no me puedo quejar. Claro que, según yo, estaba realizando viajes exploratorios relacionados con mi carrera pero ¿a quién quiero engañar? sólo a mi padre que lo tengo en la nuca por haber jalado el ciclo pasado.

El chico se llama Ernesto. La importancia de llamarse Ernesto. No me agrada el nombre pero es mejor que muchos que abundan por ahí. Me enojan los nombres alienantes, somo si el español no ofreciera una amplia carta de onomásticos. ¿Hay derecho a que a un bebé que nada sabe aún del mundo lo castiguen bautizándolo como Michael James Drumer Ahuanari Magipo? Por su puesto que no. En la pre tenía un amigo que se llamaba Johan Paul Yupanqui Mendoza. Era buena gente pero siempre decía que aborrecía el nombre que le pusieron sus padres, vendedores de abarrotes, al leer unas latas de sardinas importadas. Así que terminó cambiándoselo. Ahora todos lo conocen como Jota Pe, o como él dice, Llei Pí. No sé qué es peor.

Decía pues, que se llama Ernesto y tiene lo que me gusta. Dos ojos, una nariz, etc. Pero tiene algo más: talla, carisma, conversación, mirada y, ya pues, para qué me hago la tonta: pompis. Estudia "algo" en la UNAP y pronto lo averiguaré. Siempre anda curioseando por mi facultad. Un día estaba saliendo de clases apurada cuando al abrir la puerta le di en las narices y le hice llorar. Se quedó recostado en la pared por largos minutos mientras sus amigos se vacilaban hasta que les lancé una mirada de furia que los dejó como los griegos viendo a Medusa. Le tomé del rostro y le pedí disculpas toda angustidada. El me quedó mirando y por unas milésimas de segundos sentí la conexión, es decir, ustedes saben, ese mágico vínculo que uno siente cuando dos almas perdidas convergen entre sí. Estoy seguro que él también lo sintió, pues vi su rostro iluminarse. Él abrió esos riquísimos labios que alguna vez espero besar y supe que diría algo.

-Ten más cuidado, tonta.

No es lo que dijo, sino cómo lo dijo. Mi amiga dice que le ha oído a su amigo comentar que el amigo de él había dicho que un amigo le contó que le había contado a una amiga en común que yo le gusto, espero que sea cierto, ya que la fuente parece buena.

Mientras tanto, me estaré ocupando del doloroso proceso de volver a acostumbrarme a la rutina de la vida diaria. Maldición, cómo extraño Trujillo.

P.D. Por lo pronto, a ver si mañana voy a ver esa película de la que todos hablan.

1 comentario:

  1. tu comentario con respecto a mis narraciones (ficticias ) me ha causado gracia! jajaja! (arrecho libidinoso degenerado pero mas sutilmente : lascivo) me gustaria oir tu opinion sobre las tecnicas narrativas!!! que bueno que hayas ido por turjillo es hermoso!! como casi todo del Perù, y anda ve "EL ULTIMO PISO" esta buenaza

    exitos

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