martes, 23 de febrero de 2010

"Una película de Iquitos, que no parece de Iquitos"


Palabras de mi hemanita de 9 años.

Acabo de venir de cumplir mi tarea: el último piso; así, sin mayúsculas. Fue una experiencia bastante interesante. Tengo tantas cosas que contarles que vamos a ver si nos ordenamos un poco antes de liberar la verborrea.

Primero, hay que decir que se nota el esfuerzo de los realizadores y en general de todo el equipo por hacer bien su labor. Es algo que salta a la vista. No es un trabajo atropellado, y aclaro esto porque cuando una se encuentra con producciones regionales es común la improvisación y los errores supuestamente "perdonables" por su condición de cine independiente. Excusas pueriles pues un director realmente creativo puede hacer maravillas con una cámara y el liderazgo para sacar lo mejor de sus actores, aunque éstos sean aficionados. Se me ocurren en estos momentos nombres como "El Huerfanito" o "Amor de madre", plagadas de errores de edición, audio, dirección artística y cámara, que me indujeron a pensar que ésta sería una de ese tipo. Tremendo error. La cinta es visualmente impecable y quedé gratamente sorprendida (y, porqué no, orgullosa).

Segundo, el director es genial. No lo conozco personalmente pero puedo decir que el tío sin duda sabe dónde poner una cámara. Hay una intención de ir más allá de lo obvio (la cámara estática, los ángulos y planos habituales de un trabajo artesanal) para construir su propio lenguaje, su sello personal. No estamos ante un émulo de Casavetes que se reune con sus patas para filmar una peli en dos días y luego pasarla bien mirándola con un par de chelas. No. Es un director que busca la originalidad y el detalle, aunque tenga que aferrarse a tópicos bastante aburridos como la soledad de tres almas perdidas en una ciudad cuyos habitantes pueden ser muchas cosas, menos solitarios.

Tercero, ampliando lo anterior, me gustó por ejemplo el juego de las texturas, que me hizo recordar a aquella película de Sodherbeg sobre el tráfico de drogas. El azul ocaso del anciano es impresionante, tanto que no debió decirlo expresamente el narrador, pues se adivinaba al instante y escucharlo resultaba una obviedad, casi como oír un lugar común, pero eso es parte de las cosas que detallaré más adelante. Otra cosa que me gustó es la manera en que se filmó la habitación de la poeta, con la luz natural que se derramaba desde una ventana, haciendo un efecto de contraluz sobre el llanto de la mujer al otro lado de la cama. Genial. Otra cosa que igualmente me encantó fue la atención a los detalles, filmando por ejemplo los artículos del tocador, las cachuchas del anciano, los paraderos de micros, el concreto gastado (ver el ventilador encendido dando vueltas hizo que me sintiera al toque dentro del cuarto). También hay extractos de la ciudad bulliciosa y desordenada, para lograr un efecto de contraste. El director seguramente intuye que sería casi imposible que nos podamos identificar de alguna forma con los protagonistas (sobre cuya biografía hay muy pocas luces, por cierto) y logra de alguna manera que nos identifiquemos con el paisaje.

En una ciudad con tan poco cine, el paisaje siempre será un punto de referencia para sentirnos involucrados. Si el director no sabe cómo tratarlo, pierde su tiempo contando historias. No es sin duda el caso de Fernández-Moris, que se arriesga no sólo a mostrarnos una realidad identificable, sino tambien maldita.

Cuarto, el casting y dirección escénica. Los actores están sobrios y cumplen su papel con eficiencia, sin errores. Y eso ya es mucho decir si empezamos a compararla con peliculas de similares condiciones.

En general pues, es una película hermosa, tanto que quienes la ven difícilmente podrían creer que salió de un taller de cine de verano, con la colaboración de unos estudiantes que sabían tanto de cine como de física cuántica, pero que aprendieron, y se graduaron con honores.

Ahora, hay algunas cosas que no me gustaron, pero que en general no desmerecen el trabajo.

Primero, el guión. Es poco profundo y lleno de frases superficiales. Por momentos parece explicar el pasado de cada uno de los protagonistas, pero luego se pierde hablando generalidades sobre la soledad, el desamor, el abandono, etc, cosas que se podían entender mirando las escenas. Creo que si la película iba a estar envuelta en esa atmosfera de desarraigo, sufrimiento y soledad, el narrador debió intervenir para darnos detalles específicos o para hacernos alguna mención que puede quedar oscura, de lo contrario, se debió dejar que hable el silencio. Se nota que es una película estrictamente visual y frecuentemente la voz en off entraba a desentonar. Por ejemplo: el narrador entra al edificio, saluda al guachimán de turno y luego se mete al cuarto donde cuelgan los uniformes y toma uno de ellos. Ya podemos intuir lo que hace, pero ahí no más entra la voz en off y dice: soy guachimán. La escena del anciano dibujando a una persona supuestamente misteriosa es bastante predecible, precisamente porque la voz en off menciona sólo una vez a sus parientes ("su propia carne") y en cambio se mata hablándonos de la mujer por la que sufre y que lo abandonó. Siendo una película cerrada de tres protagonistas ¿quién más debía ser esa mujer pues? De haberse callado, el misterio se hubiera revelado ( y no confirmado) al final. En fin, probablemente sea una maniática perfeccionista, pero creo que se debió quitar muchas páginas al guion.

Segundo, la música. Demasiado alta. Una está escuchando los sonidos de la habitación del anciano, el rumor de la ciudad a lo lejos, dejándose llevar por las arrobadoras imágenes de las casas recortando el cielo gris, cuando de pronto ¡pam! entra el piano con fuerza, stacatto, cortando todo vínculo con el espectador, en un registro mucho más alto que los efectos de sonido. La partitura es buena, pero por ratos se vuelve tediosa por repetición, como si trataran de entrictecer al espectador a la fuerza, como esos molestos reportajes de bien social de Cuarto Poder. Hay un leit-motiv en la banda sonora, el problema es que ese leit-motiv parece constituir TODA la banda sonora. He dicho antes que viendo la película se nota que se tomaron su tiempo, creo que esto no se aplica al guión ni a las composiciones.

Tercero, algo menor, la lentitud. El ritmo al que va la película, la forma en que se presentan los personajes y se da a conocer el título y los nombres hasta llegar al del director no están mal, me parecen bien logrados, pero da la impresión de que nos encontraremos con un largometraje, una gran película intimista, y cuando en menos de una hora acabó me dejó un sabor de ¿uy, es todo? Como si construyeran una enorme y bonita mansión y se quedaran en la fachada. En otras palabras: el ritmo me pareció incoherente con la duración. Creo, y esta una sugerencia atrevida, que pudo haber sido un gran cortometraje. Ahí sí el trabajo del narrador hubiera sido pertinente.

Estos errores son, como dije, veniales si los comparamos con sus virtudes. Si esa es la senda que Producciones Audiovisual está abriendo para el cine iquiteño, pues bienvenido. Es sin duda uno de los mejores trabajos de provincia que he visto en mi vida y me siento orgullosa de que sea de Iquitos. No pretendo ser impertinente publicando esto en mi blog, después de todo, sólo soy una simple aficionada y estas líneas forman parte de una tarea que presentaré en la universidad, pero espero al menos despertar la curiosidad de quien lo lea y aun no ha ido al cine. Vayan a verla, miren lo que me pasó a mí: me apasionó, me entusiasmó y me obligó a tomar en serio, muy en serio, mi asignación.

2 comentarios:

  1. y yo pensaba que se trataba de la critica de "el placer de los ojos" por el conocimiento de las mismas, vale tu apreciacion y que bueno que te haya gustado! que la gente siga yendo al cine!!


    abrazos
    ya te paso la lista de blogs recomendados

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